El pasado 5 de marzo hicimos un corto paseo por el Parque Natural Gorbeia, concretamente a un rincón que tenemos cerca de casa: la laguna de Lamioxin, un paisaje "mágico" en el inmenso hayedo de Altube (Urkabustaiz, Álava).
El camino es corto, se puede llegar en poco más de 20 minutos por una pista descendente que luego se convierte en sendero y que discurre por este hayedo. Durante el camino, nos entretenemos con las especies habituales de estos bosques, los carboneros comunes, garrapinos y palustres, los herrerillos comunes y el capuchino, el trepador azul, el agateador común, el petirrojo, los arrendajos...
De vez en cuando, entre las hayas, y mientras seguimos bajando, se distingue al fondo la silueta del monte Gorbeia aún nevado.
Así, llegamos a la balsa, en la que unas 10 fochas comunes, una pareja de ánades azulones y 1 cerceta común descansan tranquilamente. Y descansando entre las hayas vemos otros 8 ánades azulones. En esta mañana de sábado reina el silencio en este lugar, sólo roto por el viento y el canto de los pájaros.
El lugar reclama que se le hagan unas cuantas fotos.
El nombre de esta laguna procede del término Lamia, las sirenas de la mitología vasca, que viven en ríos, lagos y fuentes, con pies de pato y largo cabello rubio que peinan con un peine de oro.
Y nada más, un ratonero y un par de milanos reales nos despiden cuando damos la vuelta para regresar a casa.
El camino es corto, se puede llegar en poco más de 20 minutos por una pista descendente que luego se convierte en sendero y que discurre por este hayedo. Durante el camino, nos entretenemos con las especies habituales de estos bosques, los carboneros comunes, garrapinos y palustres, los herrerillos comunes y el capuchino, el trepador azul, el agateador común, el petirrojo, los arrendajos...
De vez en cuando, entre las hayas, y mientras seguimos bajando, se distingue al fondo la silueta del monte Gorbeia aún nevado.
Así, llegamos a la balsa, en la que unas 10 fochas comunes, una pareja de ánades azulones y 1 cerceta común descansan tranquilamente. Y descansando entre las hayas vemos otros 8 ánades azulones. En esta mañana de sábado reina el silencio en este lugar, sólo roto por el viento y el canto de los pájaros.
El lugar reclama que se le hagan unas cuantas fotos.
El nombre de esta laguna procede del término Lamia, las sirenas de la mitología vasca, que viven en ríos, lagos y fuentes, con pies de pato y largo cabello rubio que peinan con un peine de oro.
Y nada más, un ratonero y un par de milanos reales nos despiden cuando damos la vuelta para regresar a casa.
La laguna secreta de las lamias, un lugar mágico. Quizas algún día te encuentres un gran sorpresa en el lugar.
ResponderEliminarSaludos Juankar.
¿Esas lagunas son artificiales? mi mujer es de muy cerca de ahí y tengo curiosidad. Gracias
ResponderEliminarNo, son de origen natural.
ResponderEliminarSaludos