Este verano estaba escondido entre unas rocas esperando a los roqueros rojos cuando apareció este cervatillo. Me pasó por delante con toda tranquilidad, se paró se dio la vuelta y volvió sobre sus pasos. Y se tumbó entre unas rocas. Me pareció muy raro que estuviese sólo, no sé donde andaría la madre. Cuado me fui allí lo dejé placidamente tumbado al sol.
Geniales las fotos, como de costumbre.
ResponderEliminarUn saludo
Bueno Manu, lo tuyo no tiene nombre. Te posan hasta los ciervos. Este finde salimos a la mar, para darte envidia.
ResponderEliminarSaludos txapeldun.
que guapo!!! y que fortuna poder tenerlo delante.
ResponderEliminarun saludo