Durante los próximos 4 días (del 21 al 24 de noviembre) vamos a visitar varias zonas en los alrededores de Salalah, donde vamos a disfrutar de una fauna muy distinta a la que hemos visto hasta ahora, con especies africanas que en Omán solo pueden verse en esta región. Lógicamente el primer día fue el más productivo, pues las especialidades más comunes de Dhofar iban a ir “cayendo” una tras otra.
Nuestro primer destino fue Ayn Hamran, una surgencia en las faldas de los montes que mantiene verde todos los alrededores, y que visitaríamos en varias ocasiones durante estos días. Este es el lugar más factible para ver el Águila cafre, la cual nos falló a pesar de la insistencia en las visitas. Pero aquí disfrutamos de otra ave muy difícil de ver, el Picogordo árabe, y del vuelo a gran altura de un Buitre orejudo.
A primeras horas de la mañana, la actividad en Ayn Hamran es incesante, con multitud de pajarillos que acuden a beber a sus aguas. Así es fácil ver varias especies de palomas como la Paloma bravía, las Tórtolas senegalesa y turca.
Entre las ramas de las acacias se mueven los Monarcas-colilargos africanos buscando insectos, mientras por las copas se desplazan grupos de Anteojitos abisinios.
En las zonas más cerradas es fácil oír el canto de las Currucas árabes, pero no tanto verlas sin ramas de por medio, al igual que sucede con los Zarceros pálidos.
Por otra parte, en el suelo no es raro encontrarse con algún Chagra senegalesa buscando insectos.
Mientras que las planicies que dan entrada a este lugar, son el hábitat adecuado para encontrarse con el Corredor sahariano.
También visitamos otra surgencia, Ayn Razat, aunque de diferentes características. A su entrada presenta un jardín perfectamente cuidado por varios jardineros y que solo abren un día a la semana. Por suerte, el día que fuimos estaba abierto y lo pudimos visitar. Entre sus flores revoloteaban los Bulbules árabes y los Suimangas brillantes y palestinos, al son de los timbales que tocaban un grupo de camperos que allí estaban pasando el día.
Mientras que a su cuidado césped acudían Abubillas y bisbitas entre las cuales localizamos un Bisbita piquilargo.
En un rincón del jardín había varios árboles con grandes copas que proporcionaban mucha sombra y fue allí donde nos dirigimos en busca de la paloma más colorida de Omán, el Vinago waalia, del cual pudimos ver 5 ejemplares.
En este jardín, también vimos nuestro único Alcaudón núbico que resultó imposible de fotografiar, pues cada vez que lo veíamos se esfumaba como el humo. En cambio, los Capuchinos picoplata africanos se mostraban más confiados.
Tras la visita al jardín y al estanque cercano donde vimos una Lavandera cascadeña, nos adentramos en el barranco que había en la zona superior. Ya hacía bastante calor y apenas veíamos actividad al inicio del mismo, salvo un “solitario” Roquero solitario, pero nos propusimos seguir un poco más arriba hasta un meandro flanqueado por paredes casi verticales. Y fue al llegar a este punto donde, primero, nos encontramos con una Collalba árabe.
Y un poco más tarde, tras seguir los movimientos de la collalba, levantamos un grupo de Perdices árabes que rápidamente se encaramaron a las paredes del barranco.
CONTINUARÁ.....
Son unas fotografías magníficas. Me encantan.
ResponderEliminarGracias Westy por tu comentario y por seguir la crónica del viaje.
ResponderEliminarSaludos