Como el número máximo de miembros de cada equipo era de cuatro personas y de este blog excedíamos dicho límite, nos inscribimos en dos equipos, uno andando y otro en bicicleta. Los andarines se inscribieron como “Urogallos avispados” (José Mari Salazar, Tomás Crespo y Juanma Domínguez); los bicicleteros lo hicimos con el mismo nombre que ya utilizamos el año pasado “Zarapitos osculados” (Iván Sarabia, Josemi Devesa, Juankar Andrés y Jacinto Prieto, con la compañía de nuestra buena amiga Ondina).
La cita para formalizar la inscripción y recoger la documentación facilitada por la organización era a las 7:45 de la mañana en el Palacio de Manzanedo de la villa santoñesa y allí estábamos todos (aunque a algunos se les pegaron un poquillo las sábanas por los ronquidos de un desalmado que tuvieron que soportar en el albergue municipal) con la ilusión de hacerlo lo mejor posible y que los avistamientos fueran numerosos. Fue un momento agradable al volver a ver a algunos de los amigos que también participaron el año pasado.
A las 8 nos pusimos todos en marcha, unos a pie y otros pedaleando. Los miembros del equipo zarapitense nos llevamos las bicicletas de casa para evitar infortunios mecánicos como los acontecidos en la pasada edición. ¡¡Qué incrédulos y confiados!!!, ¡¡¡qué poco podíamos imaginar lo que el destino nos tenía preparado!!!, ¡¡cuán presto se va el placer como después de acordado da dolor...!!, no imaginábamos que nuestro recorrido se iba a parecer a un “via crucis” con sus estaciones de penitencia incluidas.
Teniendo en cuenta las condiciones de mareas, temperatura y viento, Iván había preparado un itinerario perfecto para ir encontrando en cada localización las mejores condiciones. Nos encaminamos por la carretera de los puentes hacia el observatorio de Arenillas, pero antes de llegar, primer susto, el cambio del plato de la bici de Iván feneció y le obligó a realizar el resto del recorrido con la cadena en el plato pequeño; imaginadlo llaneando con el plato de subir cuestas,.. tuvo que dar pedales a casco porrillo. Pero la ilusión puede con todo y seguimos adelante.
Primeras observaciones desde el observatorio que nos animan a seguir con ilusión. Seguimos hacia delante y a 50 metros, en el bidegorri o carril-bici, un servidor nota que la pedalada con el pie izquierdo es fluida, es etérea, es fácil,... Y tan etérea, como que había perdido el pedal con eje y todo y estaba dándole patadas al aire. Segunda estación. A pesar del generoso ofrecimiento de Ondina para que yo continuase con su bici y ella encargarse de ir a repararla, decidimos que lo mejor era que fuese yo pues conozco algunos talleres en Santoña con los que tengo un trato cordial. Al final acabé en el taller de bicicletas que está frente al juzgado pero hube de esperar a que abriese a las 10 y proceder a la reparación (además de tener que escuchar una serie de razonamientos sobre la mala calidad de las bicicletas de hoy en día, que no hay nada mejor que una bici montada a mano en su taller, que en Carrefour y demás superficies no tienen ni pajolera idea de lo que es una buena bici,.... , todo en un tono muy agradable pero sin tiempo para establecer el debate que cuestión tan importante requiere).
Mientras tanto, el resto de compañeros del equipo ya habían echado al zurrón un buen número de especies avistadas desde los puentes de la carretera y desde Montehano. Por fín pude unirme a ellos sobre las 11 en la cantera de Escalante, para proseguir con la tarea con cierta normalidad. Saliendo del asfalto, nos adentramos por el camino que rodea por detrás el monte de dicha cantera. Para estas horas ya habiamos visto buen número de rapaces, que el año pasado se nos habían resistido hasta última hora y en esta zona, cerca de las campas en las que hace poco se localizó una carraca confiada, paramos a reponer fuerzas, aprovechando para ir apuntando bastantes pajarillos de campiña que pululaban alrededor, con la grata sorpresa de localizar un par de ejemplares de colirrojo real.
Con renovadas fuerzas volvimos a pedalear para volver a aparecer en la carretera a la altura del monasterio y dirigirnos sin parar hasta la pasarela de Cicero. A estas alturas del día nos dábamos cuenta de que, como es lógico, el ritmo de apuntar nuevas especies decrecía paulatinamente y costaba bastante ver otras que no estuviesen ya citadas. Desde la pasarela nos fuimos hacia la conservera y de aquí a un camino que rodea el caserío del indeseable que, además de ocupar espacio público con servidumbre de paso para uso privado, no duda en echarte el perrazo que guarda su tropelía. Es un camino interesante que discurre entre pinos y eucaliptus con especies propias de este ecosistema. Avanzando por este camino, bastante juntos y en alerta al canto de los pájaros, de repente oímos un canto característico y, ni cortos ni perezosos, Josemi echó el freno mirando hacia la izquierda, yo que iba detrás miré hacia la derecha y sucedió lo inevitable, choquetón por alcance y los dos a las zarzas con las bicis encima. Tercera estación del via crucis. Entre risas y picotazos en los brazos, nos levantamos, no sin antes ser objeto de retrato denigrante (bueno no es para tanto, jejeje) que aquí podéis ver.
Vuelta sobre nuestros pasos para volver a la carretera. A estas horas las fuerzas de alguno ya flaqueaban y las rozaduras en el entrepernera eran manifiestas. Como dicen en mi barrio “al que no está acostumbrado a llevar bragas, las gomas le hacen llagas” o algo así (para el año que viene habrá que preparar un programa personalizado de preparación física).
Antes de llegar a la carretera para volver a Santoña, Iván y Ondina que se habían retrasado un poco (no sabemos qué hacían en lo oscuro, pero eso es otra historia que algún día desvelaremos) no aparecían. Josemí se acercó hasta ellos y nos vuelve con la noticia de la cuarta estación, pinchazo de rueda de Ondina. No nos lo creíamos, sin duda alguien nos había echado el mal de ojo. Proseguimos los tres hacia Santoña parando en todos y cada uno de los puentes de la carretera; no es que los puentes tengan una vista especial o una estructura querenciosa, no, es que alguno iba tan fundido para esas horas que lo más que le daba el cuerpo era para hacer esos pequeños tramos, descansar, comer alguna barrita energética y proseguir. Así hasta las conserveras de Santoña donde nos reagrupamos de nuevo los cuatro. Desde aquí hacia las balsas del Dueso, playa de Berria (mucho viento y pocas especies, no ya pelágicas, ni siquiera marinas) y por el caminito interior hacia el observatorio de Bengoa. Para estas horas la marea ya estaba muy baja por lo que pudimos apuntar un buen número de limícolas, antes de finalizar de nuevo en el Palacio de Manzanedo.
Antes de entregar la documentación, nervios en la revisión de especies avistadas y miradas de soslayo a los equipos competidores por ver quien se había llevado el gato al agua o mejor dicho, la especie a la lista.
Los resultados no se harían públicos hasta el día siguiente en la entrega de premios. Como Tomás todavía estaba por Santoña el domingo al mediodía, acudió al acto por ver cómo había quedado la cosa. “The winer is.........”
¡¡Empate en la primera posición entre los zarapitos y los urogallos!!! Móviles echando humo, felicitaciones mutuas,... y con ganas de que llegue la tercera edición del maratón para deshacer el empate, jeje.
Con ser eso algo estupendo y que a cualquiera agrada, lo mejor de la jornada fue el ambiente y los buenos ratos vividos con los amigos haciendo lo que más nos gusta, pajarear. Enhorabuena a todos los que estuvieron y a los que no pudieron hacerlo, porque también os toca un pedacito de esta pequeña satisfacción.
Fotos: Tomás, Ondina e Iván.
P.D.: En una segunda crónica de este maratón, podréis disfrutar de las peripecias de los urogallos y en el siguiente enlace podéis ver el mensaje en el que la organización hace públicos los resultados http://es.groups.yahoo.com/group/avescantabria/message/1676
Jacinto
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