El pasado martes, despues de un buen tiempo sin poder pajarear, me di una vuelta rápida por las marismas de Santoña. En el dique de Bengoa me encontré con José Luis Ortega con quien compartí la visita al lugar.
Como suele ser habitual en estas fechas, la marisma se encuentra bastante diezmada en aves, debido a que la mayoría de las invernantes ya se han ido, pero ahora llegan algunas en paso como los Milanos negros, de los cuales vimos un par de grupos de 6 y 4 ejemplares.
También las Espátulas se encuentran en plena migración con un continuo goteo de individuos que entran y salen de la bahía, rumbo a sus lugares de cría en Francia y Holanda, con su vistoso plumaje nupcial.
Mientras los jóvenes que han pasado el invierno en Santoña, siguen afanados en la obtención de alimento, ajenos a la llamada de la reproducción.
En cambio, otras especies ya han comenzado a marcar sus territorios con cantos, gestos y peleas, como las Fochas y las Gallinetas.
Y las Gaviotas reidoras y cabecinegras van adquiriendo el color negro de su caperuza, engalanándose para cuando lleguen a sus colonias.
También los machos de las anátidas van adquiriendo esos plumajes polícromos tan espectaculares para conquistar a las hembras de su especie.
Otros en cambio ya están metidos de lleno en sacar adelante una nueva generación, como el Halcón peregrino, que cría en los acantilados y roquedos del parque. Por estas fechas, la hembra se encuentra incubando, mientras el macho se dedica a cazar para ella.
Entre sus presas favoritas están los limícolas, como el Archibebe común que siempre se muestra desconfiado ante cualquier silueta que le sobrevuela. Dentro de poco, él también tendrá una familia a la que sacar adelante.
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