Recibido el mensaje de buenos días que nos proporciona este visitante africano nos disponemos a desayunar en nuestro jardín, donde hace acto de presencia otra ave "habitual" de nuestra casa y que en primavera-verano nos acompaña durante toda la jornada: El Chochín (Troglodytes troglodytes).
Parece mentira que este pequeño pajarillo tenga un canto tan asombrosamente sonoro para su tamaño. Además, no cesa ni un solo instante de emitir su reclamo mientras nosotros damos buena cuenta del café y el bizcocho.
Tras las faenas agrícolas y una sabrosa comida, llega el momento del "siesteo". Cristina lo intenta echada en una hamaca en el jardín. Y digo que lo intenta, porque un gran revoloteo y la pasada veloz de un ave que se posa en un roble próximo se lo "impiden".
El "culpable" es un macho de Gavilán común (Accipiter nisus) que no solo ha interrumpido el sueño de Cristina, sino que ha roto la paz y quietud de fringílidos, páridos, córvidos y demás seres "emplumados" que pupulan por el jardín y sus alrededores en esta hora de la siesta. La bella rapaz está atenta a todo los movimientos que se producen en la zona y permanece un rato esperando su oportunidad, permitiéndonos así hacerle una pequeña grabación en vídeo.
No dura mucho la quietud. El córvido sale presurosamente hacia unos chopos próximos. Allí se le ve alterado y agresivo. La causa es la presencia de una, aparentemente, inocente Ardilla (Sciurus vulgaris) que trepa por uno de los troncos. Es probable que la Urraca (Pica pica) tenga cerca su nido y no se fie de la presencia de extraños.
Al atardecer acudimos a visitar a nuestra vecina la Cigüeña blanca (Ciconia ciconia). Cuando nos estamos acercando sorprendemos en el margen del camino a una Paloma torcaz (Columba palumbus) que busca alimento.
Varias "bolas" emplumadas se destinguen en el nido. Poco a poco van desperezándose y tomando forma y, ante nuestra sorpresa, vemos surgir a tres pollos que esperan la llegada de sus progenitores. Este año nuestra vecina parece que ha hecho bien los deberes y tiene tres bocas que alimentar.
Cenamos en el jardín con una agradable temperatura. El cielo está estrellado y el día se despide con otro armonioso sonido, el de las Ranas comunes(Pelophylax perezi) y las Ranitas de San Antonio (Hyla arborea) que viven en el cercano riachuelo. Nos vamos a la cama con la sensación de que la felicidad se puede sentir, con sencillez, desde un pequeño trozo de jardín en un día cualquiera de primavera en este remanso de paz que es Vallejo de Sotoscueva.
Esto ha sido todo por hoy................................amig@s
1 comentario:
Vamos que entre golpe y golpe de azada no se os ha escapado ni un emplumado. Una entrada preciosa con buenas fotos y transmitiendo la quietud del lugar en vuestra narración. Me ha encantado la foto de la urraca.
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