Este verano estaba escondido entre unas rocas esperando a los roqueros rojos cuando apareció este cervatillo. Me pasó por delante con toda tranquilidad, se paró se dio la vuelta y volvió sobre sus pasos. Y se tumbó entre unas rocas. Me pareció muy raro que estuviese sólo, no sé donde andaría la madre. Cuado me fui allí lo dejé placidamente tumbado al sol.
3 comentarios:
Geniales las fotos, como de costumbre.
Un saludo
Bueno Manu, lo tuyo no tiene nombre. Te posan hasta los ciervos. Este finde salimos a la mar, para darte envidia.
Saludos txapeldun.
que guapo!!! y que fortuna poder tenerlo delante.
un saludo
Publicar un comentario