El viernes pasado quedé con Juankar en la entrada de Salburua. Nuestra intención era comprobar el nivel de agua que tenía el humedal y como evolucionaba la migración.
Este año el nivel de agua está bajando muy rápido debido a que se está drenando de forma artificial. El motivo es que se quiere hacer una pequeña restauración en él, descolmatándolo, y con los lodos que se saquen realizar varias isletas para favorecer el asentamiento de limícolas, principalmente Chorlitejo chico y Cigüeñuela común, escasos nidificantes en el lugar.
Cuando el nivel de agua está bajo en Salburua, es cuando más se disfruta del humedal. Ya no solo las anátidas pasan por delante del observatorio, sino que además los limícolas comen y se acicalan a escasos metros del mismo, ante la atenta mirada de los que allí nos ocultamos.
Cada año que pasa, Salburua va adquiriendo una mayor importancia en la ruta migratoria de las aves que vienen del norte de Europa. Actualmente hay unas 300 Cigüeñas blancas que usan el humedal como punto de reunión antes de comenzar su viaje hacia el continente africano, pero llegan a juntarse más de 500 ejemplares.
También pudimos ver 4 Espátulas comunes, una de ellas anillada de origen francés, 2 jóvenes de Martinete, y uno de Garza imperial. Así como a las Garzas reales que crían en el bosquete de chopos, y un nutrido grupo de Garcetas comunes.
Entre los limícolas, todavía la cosa está floja, pero ya se podía disfrutar de las 3 especies de Andarríos, así como de una decena de Chorlitejos chicos y grandes, 3 Correlimos comunes y un solitario Combatiente.
Las anátidas aún están en plumaje de eclipse por lo que no muestran sus atractivos coloridos. Pudimos observar Cucharas, Frisos, Azulones, Porrones comunes y moñudos, y las primeras Cerceta comunes.
Mientras los jóvenes Zampullines y Somormujos lavancos nacidos este año en el humedal, van mudando su librea a una más lustrosa de adulto.
Pero desde luego, la especie que atrae todas las miradas es sin duda el tímido Rascón europeo, que en Salburua solo deja verse en esta época del año en la cual las orillas de agua se van retirando del carrizal. Todo un espectáculo ver como al ruído que hace la puerta del hide al abrirse, sale corriendo como alma que lleva el diablo.
Entre los paseriformes, a los cuales en esta ocasión no prestamos demasiada atención, destacaban en número los Papamoscas cerrojillos y los Mosquiteros musicales.
Los ciervos ya lucen sus imponentes cornamentas, algunas aún recubiertas de terciopelo, pero que en poco tiempo tendrán que tener preparadas para la berrea. De ahí que froten sus cuernos contra la vegetación y en particular contra las ramas de los árboles.
Espero y deseo que las cabezas de estos magníficos ejemplares nunca decoren el salón de ningún hogar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario