El pasado 9 de noviembre, saltó lo que ha sido hasta el momento la gran sorpresa de esta temporada. Se avisto una hembra de Rabihorcado Magnífico (Fregata magnificens) en aguas del Cantábrico. Entre otros afortunados se encontraba Álvaro, un buen amigo de varios de nosotros y cuyos relatos son siempre excitantes.
Álvaro es licenciado en Ciencias Ambientales y anillador experto del Centro de Migración de Aves de SEO/BirdLife. Es temporalmente técnico de esta organización en su delegación cántabra, realizando labores de anillamiento científico en toda la comunidad, particularmente en el Parque Natural de las Marismas de Santoña, Noja y Joyel.
Texto por cortesia de Álvaro Díaz Pastor
Por si alguien no lo sabe, desde Santander se hacen visitas a mar abierto en la goleta "Cantabria Infinita", un programa de salidas en barco llevado a cabo gracias a la colaboración del CIMA (Centro de investigación del Medio Ambiente de Cantabria) y guiado por SEO/BirdLife (http://www.seo.org/programa_seccion_ficha.cfm?idPrograma=16&idArticulo=1976).
Foto Álvaro Díaz Pastor
A la salida de la bahía de Santander se vieron los típicos cormoranes moñudos además de un halcón peregrino posado en el faro de Mouro. Como de costumbre en la visita, se echaron al agua langostinos, un cebo cómodo para atraer a gaviotas al barco y que el barullo llame la atención de otras aves de mayor interés. Varias decenas de gaviotas nos seguían pero yo me mantenía en proa a la espera de otros bichos, si hubiera algo interesante, ya me avisarían… Algún que otro alcatraz amaga con unirse a las gaviotas pero definitivamente sigue su curso.
Foto Carlos García
De pronto, observo una pardela que se aleja muy lejos hacia el oeste cuando, como en una película de terror, algo aparece en el mar y se oculta al volar tras la cubierta., la busco por ese lado y no está y aparece por el rabillo del ojo en el lado contrario, lo persigo hasta estribor y veo un par de pardelas gris-pardo, con primarias más oscuras, especialmente las del borde de ataque (delantero) del ala y con un tono raro en la cabeza… Son pardelas capirotadas -¡Capirotadas!, ¡Capirotadas!-, grito mientras corro hacia popa en su busca esquivando toda una suerte de mochilas, cabos, aparejos y gente mareada. Me encuentro con un caos de gaviotas a la que en nada, se acaban añadiendo de forma continua más y más pardelas sombrías mientras las capirotadas se pierden en la lejanía. Aquello solo tenía una continuación –Felipe, ¿cojo el micro?- le pregunto, -tráetelo, está en la cabina del puente y llega hasta aquí-. Lo traigo hasta donde estamos y le cuento a la gente lo que vamos viendo mientras Aitor hace fotos y Felipe lanza langostinos. Sombrías que llegan, sombrías que se van, alcatraces que hacen lo mismo y gaviotas patiamarillas, sombrías y cabecinegras (al menos 6 -adultos, un 2º año y un 1er año-) que nos siguen nos provocan tal orgasmo ornitológico que micrófono en mano llega a sonrojar.
Sin embargo, eso no era más que una meseta preorgásmica que nadie esperaba:¡Eh! ¡Eh! ¿Qué es eso que viene por ahí?- grita Aitor.
Foto Carlos García
Miramos al cielo. Una silueta esbelta, estilizada, enclenque, casi ridícula avanza hasta situarse sobre el barco y seguirlo. La cola es larga y ahorquillada y el ave es muy oscura, con el pecho claro.
¡Un p… rabihorcado! ¡Una fragata! De esas que hinchan una bolsa roja en el cuello- digo por el micro conteniendo el grito.
Foto Carlos García
A partir de ahí podéis imaginaros la situación entre los más pajareros (hicimos la piña fundamentalmente Felipe González, Aitor Rincón, Carlos García y yo). La tripulación del barco, majísima, alucina con nosotros con algo de pena por no poder comprender del todo nuestra emoción al ver aquel bicho. Y yo recuerdo las palabras de Andy en el congreso del GIAM en abril y me entran unas ganas tremendas de subir al mastil de mi Pinta particular y gritar "!Tierra, tierra a la vista!" como hiciera Rodrigo de Triana. O meterme el micro en el canalillo como hacía Lola Flores y ponerme a dar saltos y palmas….
Seguimos lanzando langostinos y más langostinos y las gaviotas siguen detrás, los alcatraces pasan al lado y la fragata aparece y desaparece. Para gusto, el bicho ha continuado haciendo apariciones considerablemente largas y al final, de tanto insistir, le he tenido que sacar alguna foto, una vez se me pasó el mareo, porque sí, el sábado me mareé y mucha gente lo pasó realmente mal, pero yo volvería cien veces a repetirlo. Y es que, como dice el "piñas" en "Alfileres", de Marea: "puedo comer mierda y acostarme en los portales si a la noche tengo alguien que me abraza, que me abraza"... porque gusto con sarna, no pica.
1 comentario:
Fantastica jornada de pajareo, que seguro que no olvidareis, genial el relato. salud
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